No le cabía ni un pelo más en la cabeza. Su cuero cabelludo estaba tan poblado, tan denso que parecía un cepillo de limpiar zapatos. Gaspar tampoco tenía un pelo de tonto. Pero ya sí se le veía alguna cana, más por el sufrimiento que por el paso del tiempo.
Estudió medicina entre otras cosas para complacer al Dr. Esteban, su padre, afamado ginecólogo privado de Vigo, hijo a su vez del afamado ginecólogo Dr. Esteban. Ampliarían la consulta, compartirían pacientes cuando terminase la especialidad, en fin, seguir por la misma buena autopista que su padre y su abuelo.
Pero qué grande fue la sorpresa y decepción de sus padres cuando en lugar de especializarse en Ginecología decidió hacer Medicina Legal y Forense. Todo por aquella novia de la carrera con tetas de churrera de pueblo, que estaba tan apasionada por la patología forense que arrastró a Gaspar a hacer lo mismo .
Estudiaron juntos, se acostaban juntos, empezaron a trabajar juntos y justo dos años después de casarse la novia de tetas grandes le abandonó por otro más joven, más alto y de profesión ginecólogo. La nueva pareja se mudó a Madrid. Gaspar recurrió a la bebida, a las casas de putas y en ocasiones a la cocaína. Su vida se paralizó durante dos años, dejó de aprender, se dejaba detalles de las necropsias sin valorar y dejó de ver a sus amigos.
Una tarde solitaria de domingo se pimpló una botella de Whisky mientras observaba en su salón como perdía el R.C. Celta de Vigo, se fue a su habitual lupanar y conoció a Patrislova; prostituta rusa de clase y postín. No hubo erección, pero sí hubo lamento en Gaspar que muy bien supo consolar la alta, rubia, bien formada y estupenda rusa.
Con el tiempo y un bizcocho, Patrislova sacó a Gaspar de la bebida y éste la sacó de la casa de putas. Gaspar empezó a ponerse al día, a centrarse en el trabajo y ahora es un forense de los más reconocidos Da Coruña.
Patrislova le ha dado dos hijas preciosas a Gaspar, como se decía antes, y sólo con mirarla se la ponía dura; pero no podía intercambiar palabras sobre el trabajo con ella, tenía esa carencia. Y poco a poco le empezaron a salir unas pecas en el espinazo muy juntitas con un pelo que salía de cada una. Retirándose un poco, se podía leer en su espalda la palabra "tanatología".