8. Gaspar el forense



No le cabía ni un pelo más en la cabeza. Su cuero cabelludo estaba tan poblado, tan denso que parecía un cepillo de limpiar zapatos. Gaspar tampoco tenía un pelo de tonto. Pero ya sí se le veía alguna cana, más por el sufrimiento que por el paso del tiempo.

Estudió medicina entre otras cosas para complacer al Dr. Esteban, su padre, afamado ginecólogo privado de Vigo, hijo a su vez del afamado ginecólogo Dr. Esteban. Ampliarían la consulta, compartirían pacientes cuando terminase la especialidad, en fin, seguir por la misma buena autopista que su padre y su abuelo.

Pero qué grande fue la sorpresa y decepción de sus padres cuando en lugar de especializarse en Ginecología decidió hacer Medicina Legal y Forense. Todo por aquella novia de la carrera con tetas de churrera de pueblo, que estaba tan apasionada por la patología forense que arrastró a Gaspar a hacer lo mismo .

Estudiaron juntos, se acostaban juntos, empezaron a trabajar juntos y justo dos años después de casarse la novia de tetas grandes le abandonó por otro más joven, más alto y de profesión ginecólogo. La nueva pareja se mudó a Madrid. Gaspar recurrió a la bebida, a las casas de putas y en ocasiones a la cocaína. Su vida se paralizó durante dos años, dejó de aprender, se dejaba detalles de las necropsias sin valorar y dejó de ver a sus amigos.

Una tarde solitaria de domingo se pimpló una botella de Whisky mientras observaba en su salón como perdía el R.C. Celta de Vigo, se fue a su habitual lupanar y conoció a Patrislova; prostituta rusa de clase y postín. No hubo erección, pero sí hubo lamento en Gaspar que muy bien supo consolar la alta, rubia, bien formada y estupenda rusa.

Con el tiempo y un bizcocho, Patrislova sacó a Gaspar de la bebida y éste la sacó de la casa de putas. Gaspar empezó a ponerse al día, a centrarse en el trabajo y ahora es un forense de los más reconocidos Da Coruña.

Patrislova le ha dado dos hijas preciosas a Gaspar, como se decía antes, y sólo con mirarla se la ponía dura; pero no podía intercambiar palabras sobre el trabajo con ella, tenía esa carencia. Y poco a poco le empezaron a salir unas pecas en el espinazo muy juntitas con un pelo que salía de cada una. Retirándose un poco, se podía leer en su espalda la palabra "tanatología".

7. Del aeropuerto camino del forense



- La Voz de Galicia dice lo siguiente, Martín - relataba Antonia -. Cuatro cadáveres en Portonovo muertos por heridas de arma blanca y uno más con arma de fuego. Hallados en las rocas cercanas al puerto. El pueblo está conmocionado. Uno de los cadáveres era un lugareño apreciado…
-Bueno, ve al grano, Antonia.
- ¿Has bebido en el avión? Se te nota ebrio. Es que está declarado secreto de sumario, pero puedes mirar en la guantera. Ahí tienes todo lo que tenemos.

Se subieron en el coche de policía, Antonia en el asiento del conductor y Martín sin ponerse el cinturón de seguridad en el del copiloto; abrió la guantera y una bolsa de plástico transparente con las pruebas.
-Lo que tenemos hasta ahora. Ve enterándote, que vamos a ver al forense; sería interesante que estuvieras al tanto de los hechos antes de hablar con él - demandó Antonia –. Te cuento:

1. Tres cuerpos sin documentación o perdida en el mar. Parece que no quieran que se sepa nada de ellos. Un cuerpo con un tiro en la sien, probablemente un suicidio.
2. Uno de los cuerpos tenía una medalla de la virgen del Carmen con la inscripción “Carmen, Medellín, 1969”, probablemente una medalla de bautizo. ¿Su esposa?
3. Una cartera del cuarto cadáver con el tiro en la sien que contiene lo siguiente:
Un carnet de identidad de Colombia de Mauricio Torres, 3 tarjetas de crédito de bancos internacionales, una foto deteriorada en la que se aprecia una mujer y algo borroso que puede ser uno o dos niños, un título de patrón de barco, un carnet de conducir; todo a nombre de Mauricio Torres. Y el dinero, 5150 pesos colombianos. Es el dato más importante. Esos billetes pertenecen a los que “marcó” la Brigada contra el narcotráfico de USA, cuando hicieron la operación de comprar pasta base de cocaína a un emisario de Avellano Campos. Estaban numerados los billetes con los que compraron los falsos usuarios para seguirles el rastro. Se han encontrado rastros de estos billetes en 3 puntos de Colombia y uno en Venezuela sin llegar a nada en concreto. Y lo último es una tarjeta de dentista, con su teléfono y dirección; espero no tengamos que ir a Colombia a seguir las pistas.
4. Xesús, pescador y pescadero de Portonovo, adorado por las parroquianas del lugar, también asesinado. Con un apéndice de pez espada en el vientre clavado con cólera.



Muchos datos para recomponer la historia.
- ¿Y tú? ¿Tienes alguna noticia nueva de tu vida que contarme? – preguntó Martín.
- Pues mira - respondió Antonia -, mi novia Sandra fue a Naturhouse para perder peso, que no le hacía falta. Se ha quedado con las tetas más chicas y está menguando.
-¿Cómo? – curioseó Martín.
-Pues que se está quedando enana, al mismo tiempo que pierde peso pierde estatura.


6. Con las manos en la masa









EL investigador Martin Carmona confiaba en Antonia López. Sabía trabajar en equipo, era puntual y lista. Examinaba los casos desde lejos, más pendiente de sus intuiciones que de las pruebas que aportaban los casos. En dos ocasiones habían tenido que trabajar juntos y en los dos casos las intuiciones de Antonia habían sido las correctas.
En el primer caso en el que colaboraron juntos había desaparecido un Sorolla del Museo de Belas Artes Dacoruña , El Boyero Castellano, un cuadro costumbrista valorado en 90o.000 euros, del que se hizo un sello de 40 centimos de peseta.



Todavía Martín no pertenecía a la policía científica y Antonia era prácticamente una novata. Todos los datos apuntaban a que el robo había sido cometido por unos mercenarios rumanos que habían destrozado cerraduras, cristales, desconectado cámaras y alarmas en plan salvaje. Algo extraño había en hacer tanto destrozo.
Pero aquella mirada entre el vigilante jurado y la conserje del museo había transmitido pitidos al sonar de la intuición de la mujer policía. Tras un par de desacuerdos con Martín, éste cedió en seguir a la conserje, y estuvieron tres días espiándola. El jefe de policía no les quiso dar más tiempo en seguir al personal del museo. Las pistas eran las siguientes: una barra de hierro con unas huellas todavía de nadie, una furgoneta con matrícula falsa que identificaron unos vecinos y un rumano detenido por ser el propietario del coche al que correspondía la matrícula. El jefe quería que siguiesen los rastros de la “familia” del rumano, no les quería dar más tiempo en seguir a la pareja del museo. Pero Antonia insistió tanto que les otorgaron 48 horas más. Al día siguiente el vigilante jurado entró en el portal donde vivía la conserje. Siguieron los movimientos de ésta, vieron como alquilaba un monovolumen para recoger a su guardia cómplice que traía en sus manos un bulto sospechoso. Fue en el puerto al intentar facturar el paquete cuando los policías les pidieron abrirlo y los pillaron con las manos en el Sorolla. El Boyero Castellano era la masa.
Martín recordaba todo esto mientras recogía el equipaje que contenía la pistola de espray del protector solar y unas vacaciones en Ibiza frustradas. Antonia le estaba esperando en el aeropuerto. Se saludaron con complicidad.
- ¿Tienes la cabeza para ponerte a currar o la tienes todavía en Ibiza? – Indagó Antonia
- La tengo aquí- dijo Martín señalándose la sien derecha con el dedo índice como apuntado hacia la mente.
- Y tú ¿Te has traído la cabeza de ajos?
- La tengo aquí- dijo la bollera cogiendose el bulto de su bolsillo con el mismo gesto obsceno que hacen los adolescentes tocandose el paquete para reafirmar su masculinidad.

5.Cabeza de Ajos y DRACULA



Saliendo de la carretera del puerto se oyó un fuerte chirriar de un frenazo del coche de policía. Las gaviotas se asustaron como pavos y salieron todas huyendo a gran velocidad. Casi tanta como con la que Antonia se bajó del coche y fue corriendo hacia las rocas.


- Mi cabeza de ajos- gritó a Paco mientras este intentaba recomponer su cara y su estómago.


Y es que la superstición de Antonia por las cabezas de ajos tiene lo suyo:




hace 5 años Antonia no paraba de hablar de los peligros de la fusión nuclear. Su amada Sandra la escuchaba día tras día con calma y ternura, que poco a poco se iba convirtiendo en cólera; pero la calma continuaba. Una tarde empezó a preocuparse cuando Antonia afirmaba haber visto la imagen de Drácula detrás del espejo. Ésta atemorizada el resto del día, buscaba detrás de las puertas, no quería entrar al baño sola, y empezó a buscar noticias de Drácula y vampiros en la red. Aquello acabó por confundirla del todo. Una noche se despertó sobresaltada al ver a Drácula mirándola fijamente desde la puerta del armario. Chilló y chillo hasta que Sandra salió del sueño REM. Con calma, la intentó convencer de que en la habitación no había nadie. Que todo era su imaginación, lo que había leído por Internet y por supuesto la facilidad para creer en cosas del más allá que le había transmitido su anterior novia.


Antonia se levantó corriendo hacia la cocina, quería llegar a un bote con unos ajos dibujados que tenían encima de la cocina y contenían cabezas de ajos para cocinar. Pero ella las quería para evitar el ataque del Señor Drácula, estaba convencida de ello. Quiso llegar a la cocina con tanta rapidez que dio un traspiés y calló de boca haciéndose un esguince en el pie. Cómo le dolía a la pobre, y encima temblando de miedo...la mujer policía.


Sandra la llevó a urgencias donde lo primero que hicieron fue inyectarle tranquilidad de diazepam, la mejor receta contra el miedo. Le pusieron una férula en el pie, una radiografía en la cabeza para ver esa rotura de nariz. Tienen que esperar un poco más, les comentó una enfermera que entre las tres se habían detectado como lesbianas. Al rato un escaner. Después un neurólogo les informó que Antonia tenía epilepsia del lóbulo temporal, que entre otros síntomas produce alucinaciones visuales. Y ya le contaron la historia de Drácula, aunque al médico le extrañó que la paciente recordarse las alucinaciones....


Después del chute de diazepam y la primera dosis de carbamazepina que tendría que tomar por el resto de su vida Antonia durmió como una "bendita", no sin antes pedirle a Sandra una cabeza de ajos y meterla debajo de la almohada.


Entre la carbamazepina todos los días y los ajos Antonia mantenía alejado de ella a Su Perseguidor. Una superstición era que el fármaco estaba haciendo su efecto. Sandra y Antonia comenzaron a ser mucho mejor pareja.
Antonia cogió su cabeza de ajos caída entre las rocas y volvió al coche

4. De uno a cinco muertos




Antonia y Paco se bajaron del coche en dirección a casa de la abuela que había visto el cadáver en la playa. La niña asustada estaba dentro de la casa y la señora mayor salió a recibir a los investigadores. La señora les acompañó al lugar donde encontraron el cuerpo. La señora no pudo dar más detalles, simplemente que se lo había encontrado así. Boca arriba, entre dos rocas, con la camisa abierta y tres puñaladas en el pecho y una el cuello. El cadáver parecía que había salido del mar, como arrastrado por las olas, cerca de su cuerpo había una roca con unas manchas de chapapote del Prestige.



Comenzaron a buscar pruebas, pero la cosa se ponía difícil, ni documentación, ni objetos personales... quizás el forense podría aclararles algo. Antonia estaba cansada y se sentó un momento en una roca y vio como otro cuerpo era arrastrado por las olas hacia la orilla. El cuerpo se iba acercando mientras pasaban lenguas de agua por encima. Se aproximaron a recogerlo. Pesaba mucho y tuvieron que hacer una gran esfuerzo en darle la vuelta. Las mismas heridas, tres puñaladas en el pecho y una que le rebanaba el pescuezo. Este llevaba en cambio una medalla con la virgen del carmen, en su dorso se podía leer "Carmen, 19/9/1969 Medellín"



En las botas de policía, Antonia notó que algo le estaba dando unos golpes. Eran los zapatos de otro cadáver que quería salir del mar. La misma operación, ya dolorida de los riñones Antonia se agachó a coger la cartera del nuevo cadáver que estaba bien ajustada en los vaqueros. Abrió la cartera, había bastantes pesos colombianos, muchas tarjetas de crédito, documentación identificativa. Este cadáver sólo tenía una bala incrustada en la sien.



Estaban llamando a la comisaría para pedir refuerzos, avisar al juez, al forense y a la derecha casi en la bocana del pequeño puerto de Portonovo otro cadáver chocaba contra las rocas. como queriendo subir a avisar de todo lo ocurrido. Esta mañana el mar no paraba de vomitar muertos.



Subieron el cuerpo y con las mismas características de agresión. Tres puñaladas en el pecho y una profunda y larga en el cuello. Sin documentación ninguna, ni objeto personal.



Paco sentado en la roca, mirando el cuerpo de pronto cazó con sus ojos otro cadáver. más entrado en el terreno, como si un oleaje le hubiese llevado allí hace algunos días. Se acercó, contempló el cadáver con nauseas, olía a cuerpo muerto y algas podridas. Estaba boca abajo y con las ropas destrozadas. Le giró como pudo, y se espantó. Llevaba clavado el cuerno de un pez espada en el vientre. Probablemente antes le habrían metido un hachazo o algo parecido y luego el apéndice del pez. Después de haber visto a los supuestos colombianos con rasgos entre indígenas y criollos no reparó en la cara del muerto. Miró disociado la de Xesús, el pescadero del pueblo, casi pudriéndose delante de sus asqueadas narices.









Conducía Antonia, Paco estaba aún conmovido para manejar.



- Bien, pues tenemos cinco cuerpos. Tres muertos con las mismas heridas y sin ninguna identificación, excepto uno con la medalla de la virgen del carmen. Otro muerto con una forma diferente de morir y una cartera llena de documentos. Y a Xesus, el pescadero del pueblo. Esto tiene pinta de ir para largo- dijo Paco



- Creo que vamos a tener que pedir apoyo a la policía científica



- Pues ahora no hay nadie disponible, entre las vacaciones y las detenciones de las ultimas semanas estamos sin nadie.



- Bueno, siempre le podemos llamar a él



- Vamos a esperar a ver que dice el juez

3.Sandra y Antonia





Cuando Sandra conocio a Antonia no había manera de quitarle ese aire de misticismo de yoga y vegetales que le había metido su anterior novia, Arantxa, quiromasajista y devota de todo lo relativo al Reiki. En aquella discoteca de lesbianas Antonia llamaba la atención por no querer llamarla. Su zumo de naranja entre las manos ocultando el vaso, como si así se pudiese esconder todo su cuerpo que era centro de gravedad del peso de las miradas de todas las bolleras sedientas.

Sandra había salido de un matrimonio de corta duración al mismo tiempo que salía del armario. Era tranquila, femenina y tenía cierto aire de belleza antigua, de las que ya no se ven. Al salir de la discoteca en la que como casi todas las demás se había fijado en Antonia, ésta salió detrás. Tímida y abatida por no haber conocido a nadie de interés salió con su zumo de naranja en la mano.

- ¿Tantas ganas de vitamina C tienes?- Le dijo entre risas

Al contemplarse Antonia empezó a soltar una carcajada. Risas que se unieron. Taxi que compartieron y cama también.


Antonia sólo habia conocido a tres mujeres en la cama, y sólo habia tenido tres novias. Mujer con la que se acostaba mujer con la que se emparejaba fiel y dependientemente. Así que después de aquel fortuito encuentro sexual, le pidió amor para siempre a Sandra.


Amor para siempre tras la primera noche y con una mujer policía...


Sandra no se pudo negar

2.Antonia López






Antonia Lòpez era policía por vocación y lesbiana también por vocación. Su infancia había transcurrido entre un padre sádico, una madre caótica y un hermano perverso. Creció rogando a los dioses que su vida estuviese regida por algún orden. Soñaba que alguien la salvara por las noches de las peleas y gritos que se veía obliaga a escuchar. Y a veces condenada a observar. Se convirtió en policía intentando que la vida de otros tuviera mejor color que el triste gris de su familia. Al jurar bandera, se prometió a sí misma que lucharía para que se pudieran encerrar a personas como su padre y su hermano. Defensora del orden, como una heroina se imaginaba ella desde pequeña.



Le gustaban los comics de superhéroes en su infancia, y tras conocer a su primera novia se volvió vegetariana, leía libros de Feng-Shui, hacía yoga y terminó pensando que la vida se regía por alguna fuerza sobrenatural. Antonia llevaba a todas sus investigaciones una cabeza de ajos. Al principio algunas compañeras se burlaban a escondidas pensando que llevaba una cabeza de ajos en el bolsillo para fantasear que tenía un verdadero paquete masculino. Pero es que la mujer policía era verdaderamente supersticiosa. Solamente los compañeros que habían estado en alguna misión y habían pasado una noche compartiendo habitación o en la habitación de al lado sabían que Antonia dormía con la cabeza de ajos debajo de la almohada.


Aquella mañana estaba sentada repasando el último detalle de su traje de policía. Estaba deseando que le propusiesen una misión especial cuando el teniente Paco le comunicó que una señora muy alarmada acababa de hacer una llamada porque había un cadáver en la playa de Portonovo. La pobre señora había ido a pasear por la playa con su nieta cuando se encontrarón un cuerpo muerto con lo que parecía ser una puñalada en el pecho.




- Vamos a echar un vistazo Antonia, tiene muy mala pinta lo que cuenta esa señora...


- Vamos - Se recolocó la gorra de policía y antes de salir de la comisaría se echó un guiño frente a un espejo. Sus deseo se había convertido en realidad. Por fin una misión especial.

1. El investigador Martín y su pistola









Cuando Martín apretó la pistola de su protector solar, factor 20, el spray soltó un montón de gotitas blancas que rociaban su musculoso pecho depilado. Comenzó a extender el producto, sintiendo el calor del sol, escuchando las olas del mar y sintiéndose satisfecho de su cuerpo. Músculos para que se lo comieran las chicas de Ibiza. No estaba dentro de su proyecto de vida terminar dentro del cuerpo de policía, pero terminó la carrera de económicas en plena crisis del 92, no encontraba ningún trabajo aceptable y no le quedó más remedio que prepararse una oposición; y como siempre se le habían dado bien los deportes no tuvo problemas en pasar las pruebas físicas. Daba la talla en muchos sentidos el detective Martín Carmona. Dos cosas importantes consiguió al ser policía, un puesto fijo y ligar mucho más que sin uniforme. Llevaba una vida centrada, normalita, mucho sexo al año y la relación más estable que se le conocía era de seis meses. No es especialmente ambicioso pero dentro de la corrupción del cuerpo de policia, su normalidad le había permitido ir ascendiendo a su pesar. Ibiza era su lugar de escape, se quitaba el disfráz de defensor de la ley, se convertía en veraneante viendo delante de sus narices trapicheos de drogas, armas y sexo, sin el más mínimo pudor. Es más, a veces contemplaba con respeto.




















El verano había llegado después del controvertido invierno. El departamento de investigación de narcotráfico de A Coruña había recibido un gran varapalo este invierno. Su jefe y tres compañeros habían sido detenidos tras un chivatazo. Los cuatro caballeros se quedaban con alguna parte de la droga incautada y la destinaban a traves de Iberia en antiguos carretes de fotos a un contacto de la policía francesa. El gendarme en cuestión fue el sorprendido tras alertar su propia esposa por una venganza de celos a sus superiores. Tirando del hilo secreto terminaron descubriendo las artimañanas de los policías de A Coruña. Martín en ningún momento fue considerado sospechoso. A las horas en las que se reunían sus compañeros con su jefe él siempre estaba en el gimnasio. Coartada perfecta.


Sobre sus perfectos abdominales extendía la crema; miraba a dos rubias con los pechos prietos y sus pezones señalando al firmamento, intercambio de miradas y de chispas. El teléfono móvil sonó haciendo desaparecer sus fantasías y su miembro morcillón.





- Martín, se te han acabado las vacaciones...



- Pero si acabo de llegar. No me cuentes tonterías, Paco.

- Martín, han aparecido cinco hombres asesinados en la playa de Portonovo. El juez cree que es un ajuste de cuentas y que hay pistas suficientes como para llegar a cazar a un pez gordo, muy gordo. Avellano Campos, el colombiano desaparecido del planeta.
- Bueno, seguro que hay motivos que podrás alegar para dejarme aquí por lo menos dos semanitas.
- Juanjo está de baja. El juez ha declarado el caso bajo secreto judicial y quiere que seas tú el responsable de la operación.
- Cago en todo.
- Pasado mañana te quiere en el juzgado. El primer avión que encuentres sales de allí echando leches.






Ya había pasado el control de seguridad del aeropuerto y esperaba su hora de embarque. Aún no daba crédito, se tenía que despedir de la Isla y ni había tomado un rato para relajarse, lucir su cuerpo y llevarse a alguna exótica chica a la cama. Intentaba centrarse en su nueva tarea, en volver a ponerse el uniforme y decidió hacer una última llamada antes de desconectar el móvil.
- Oye Paco, con qué ayudante cuento para trabajar estos días.

- Con Antonia López